Todo el planeta quiere y habla del big data, aunque no siempre sepan para qué exactamente. Según un estudio de la compañía de analítica avanzada SAS, solo un tercio de las empresas que invierten en captar y administrar datos asegura obtener valor de ellos. ¿Qué falla? La mayor parte de las veces no es suficiente con tener datos, hace falta saber qué hacer con ellos. Ahí es donde entra en juego la figura del llamado científico de datos (data scientist en inglés), una persona que sepa descifrar, ordenar y trabajar con grandes cantidades de información. La tecnología avanza y este perfil ha pasado de ser una rareza a transformarse en "la profesión con mayor atracción del siglo XXI", como apunta un artículo publicado en la gaceta Harvard Business Review.
Uno de los primeros es Álvaro Barbero (Madrid, 1984), doctor en Ciencias de la Computación por la Universidad Autónoma de Madrid (España) y que terminó su tesis de machine learning o aprendizaje de máquinas en 2011, justo cuando el término se comenzaba a popularizar. Entonces, explica, "nadie comprendía exactamente en qué trabajaba". Seis años después, Barbero es el directivo del equipo de Ingeniería Algorítmica del Instituto de Ingeniería del Conocimiento de Madrid. "Ten en cuenta que hace quince años no podíamos ni imaginar que todos llevaríamos un PC en el bolsillo". Para este especialista, que ha cooperado con el Instituto Max Planck para Sistemas Inteligentes (Alemania) y la Universidad de Tokyo (Japón), "cinco años en big data son muchísimos".
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